Si hablamos de La Candelaria hablamos de encanto, de contraste, del corazón de Bogotá. Y si hablamos del corazón de Bogotá diremos que sus latidos se perciben en La Candelaria, que hace bombear la sangre de todos sus ciudadanos. Porque en este barrio pintoresco de la capital se mezclan todos los estilos, todos los colores. Es el lugar donde lo nuevo y lo viejo van de la mano, donde el pasado y el futuro conviven en harmonía. La historia y la modernidad se citan en un lugar considerado como el centro comercial de la ciudad. Sí, también comercial, entre muchos otros atributos. Los restaurantes se agolpan en las calles de la zona para que la clientela los invada, ocupando todas sus mesas. Sin excepción. Pero el artículo de hoy no quiere centrarse en la gran variedad de gastronomías reunidas en este enclave, sino que prefiere poner el foco en aquellos restaurantes de cocina autóctona: la colombiana.
Dicen que a buen hambre, no hay pan duro. Pero en este caso las recetas son exquisitas, aptas para comensales de la talla de Pac-Man que vivan en La Candelaria.
1. CASA SANTA CLARA
Este restaurante se caracteriza por tres aspectos tremendamente llamativos. Uno: su antigüedad. La construcción de la casona donde se ubica hoy el local se remonta hasta 1924. Casi nada, ¿verdad? Dicen que incluso Tutankamón reservó mesa en su día. No, ahora en serio. Tiene más años que Matusalén. Dos: sus vistas. Totalmente privilegiadas, ya que el establecimiento está encaramado en lo alto del Cerro de Montserrate, donde se puede contemplar un paisaje del todo sobrecogedor de la ciudad de Bogotá. Algo que combinado con el tercer factor a tener en cuenta, que no es otro que la calidad indiscutible de la cocina, hace las delicias de cualquier cliente al que le guste el buen comer. En Casa Santa Clara se recomienda el mero costeño, los tamales tolimenses y la cuajada con dulce de mamey.
2. CASA VIEJA
50 es un número bonito, redondo, que dota de importancia aquello a lo que hace referencia. Pero si encima esa cifra representa los años que un restaurante como el Casa Vieja lleva abierto, su belleza aumenta de forma considerable. Se comenta que lo pretendido por el primer dueño del establecimiento fue rendir homenaje a la gastronomía típica del lugar. Y parece que su intención ha acabado por ser una realidad palpable. Entre sus especialidades se cuentan el plato montañero, la sobrebarriga y el sancocho de gallina. Haced el favor de ajustaros un babero, que se está formando un charco bajo vuestros pies y no lleváis botas. Se puede seguir el reguero de saliva que habéis dejado hasta las puertas del local, en la Av. Jiménez. También en La Candelaria, cómo no.
3. LA SCALA
Este restaurante que descansa en el interior del Hotel de la Ópera está capitaneado por un chef de trayectoria encomiable: estamos hablando de Miguel Rangel Torres. El lugar descansa en buenas manos, pues un establecimiento conducido por un investigador gastronómico egresado en el Servicio Nacional de Aprendizaje siempre navegará viento en popa, no hay duda. De ahí que La Scala sea un lugar donde poder disfrutar de las once santafereñas en medio de un entorno al aire libre, y es que su patio atestado de mesas y sillas empapa el aire que se respira con un toque bohemio. Sus platos no sólo tienen como protagonistas los sabores colombianos; en la carta de La Scala también se quiere rendir homenaje a las grandes óperas del mundo y a la comida italiana. Una amalgama culinaria inigualable.
4. EL PANÓPTICO
La combinación cultura + comida garantiza un éxito más que asegurado, sobre todo cuando se engullen platos como si éstos fueran obras de arte. Algo así debió pensar el joven chef Eduardo Martínez cuando se puso al mando de El Panóptico, un establecimiento ubicado dentro del Museo Nacional Colombiano. Y queremos resaltar lo de colombiano porque ése es también el origen de sus platos. Este amante de los productos regionales pretende rescatar algunos ingredientes que habían caído en el olvido de las recetas más tradicionales del país. Algunas especialidades como las bolitas de plátano con carne de jaiba y la sopa de zanahoria y arracacha impregnan el lugar de aromas autóctonos. Por lo tanto, si alguien quiere aderezar una visita al museo con bocados tradicionales, El Panóptico es su sitio.
5. LA SOCIEDAD
Nadie puede negarse a saborear una auténtico lomo teusaquillo sentado en una terraza de la que no puedes marcharte. Resulta imposible no devorar un churrasco en sal marina en un entorno inmejorable cuando el tiempo acompaña. Todos estos alicientes presenta un restaurante como La Sociedad, cuyos gustos culinarios se han centrado siempre en la cultura precolombina. Este establecimiento situado en la Calle 11 # 6 42 de La Candelaria siempre aglutina cantidades ingentes de clientes. Darse un homenaje en este local resulta tarea prácticamente obligatoria para todo aquel que deambule por sus calles. Una comilona que puede rematarse con unas brevas con arequipe de lo más tradicionales, sólo aptas para estómagos a prueba de bomba.
Porque vivir en La Candelaria significa regresar a uno de los barrios más tradicionales de Bogotá, donde la cocina te hace volver a los orígenes.