Te mereces una medalla. Y un aplauso, qué menos. Una ovación atronadora. Tomar la decisión de convertirte en emprendedor es cosa de valientes, sobre todo con los tiempos despiadados que corren. Pero adelante. Lanzarte a la piscina con un carpado hacia atrás y doble tirabuzón ya conlleva nota. Y una muy alta, por cierto. Pero mientras sondeas la profundidad del agua desde el trampolín, también te recomendamos medir otros aspectos. Porque ya sabrás que para todo negocio se necesita un espacio, aquel que te permitirá cobijar los productos que deseas vender. Tu propio local. ¿Estás pensando en arrendar un establecimiento para poder arrancar de una vez por todas? Pues aquí tienes los factores determinantes que debes valorar antes de cometer cualquier acción precipitada. No saques la billetera sin valorar ciertos aspectos fundamentales.
Porque business is businnes, querido lector. Y no puedes echarte atrás una vez te decidas por un sitio:
1. Bucear en la red: Debes aprovecharte de las facilidades que nos brindan las nuevas tecnologías. Vivimos en el siglo XXI, la era digital. Los portales inmobiliarios son una herramienta altamente eficaz cuando queremos empaparnos de información sobre las opciones que se manejan en el mercado. Así serás consciente de cuáles son las ofertas con las que chocarás cuando llegue el momento de tomar una decisión.
2. Elegir una zona: Del todo relevante. Algo que al final puede llegar a determinar gran parte del éxito de tu empresa. Porque no es lo mismo colocar tu negocio en una zona más desierta que el Sáhara que en otra más concurrida que la Sexta Avenida de Manhattan. Se trata de toda una estrategia geográfica. Debes localizar la competencia, saber si te conviene situarte a su lado. Analizar la falta de negocios como el tuyo en según qué zonas para saber si merece la pena instalarse en ellas.
3. Contrastar precios: Si sabes cuál es tu presupuesto, sabrás también el precio de alquiler que más te conviene. No seas avaricioso. Puede que aquel local inmenso situado en el corazón comercial de la ciudad valga un potosí. Si eres persona prudente – y sabemos que lo eres – estudiarás otras alternativas que se ajusten a tu economía particular. No querrás quedarte sin ahorros por culpa de un flechazo, ¿verdad? Hay amores que arruinan.
4. Legalidad: Un apretón de manos es el gesto que cierra cualquier acuerdo. Sea del tipo que sea. Pero antes de estrechar los dedos del arrendador con expresión triunfal, cerciórate de que todo esté en regla. Haz recuento de documentos, lee la letra pequeña aunque el tamaño de la fuente sea de 1,5. Pregunta todo lo que tengas que preguntar antes de verte regentando un negocio cuyo local no cumple con todos los requisitos legales.
5. Por escrito, por favor: Pues ya que hemos sacado a colación el tema de la legalidad, haz que todo lo que hayas acordado con el arrendador se refleje por escrito. Al final, todo lo verbal se queda en el aire. Por eso no hay nada como un buen fajo de papeles al que recurrir en caso de aclaraciones. Debe quedar constancia física de lo que habéis hablado. ¡Como si lo tenéis que grabar con martillo y cincel en la fachada del local!
6. Asesoría profesional: No intentes ir de listillo si no sabes ni por dónde empezar. Todos somos novatos cuando empezamos algo. ¿Qué pretendes? ¿Haber nacido con el don de la sapiencia? Pide ayuda si no sabes algo. Esto es como el colegio. Y en el mundo inmobiliario también existen maestros, en este caso los asesores. Ellos sabrán guiarte a través de precios, zonas y arrendadores. Bienvenido a la selva de bienes raíces.
7. Hacer reformas: ¿Te acuerdas de lo que te hemos dicho de la letra pequeña y las preguntas? Pues que no se te olvide revisar el tema de las reformas en el contrato que donde vayas a estampar tu rúbrica. O de comunicárselo al arrendador. Es probable que, dependiendo del tipo de negocio en el que te vayas embarcar, el local requiera de remodelaciones. Porque el interior de una panadería y el de una tienda de ropa nada tienen que ver. Tendrás que adaptar el espacio a las características estéticas del lugar.
8. Duración del contrato: Apuesta por los contratos cortos. Las vicisitudes de tu empresa, sobre todo en sus inicios, serán tan impredecibles como el clima en primavera. De ahí que sea preferible curarse en salud antes de comprometerte con una duración que se extienda mucho en el tiempo. Ya podrás ampliar el plazo si logras tener más éxito que las canciones de Juanes.
Como decíamos antes, montar tu propio negocio es cosa de valientes. Aunque siguiendo estos tips podrás guardarte las espaldas ante posibles imprevistos.