Frotas la lámpara mágica y el genio te concede tres deseos. Tres. Ni más ni menos. Entonces te agobias porque jamás habrías pensado que pudieses encontrarte en semejante situación de locos. Pero como la vida está llena de sorpresas y tú quieres evitar según qué pesadillas, destinas una de tus peticiones en saber ahorrar cuando llega fin de mes. Así, sin pensártelo dos veces. Ignoramos cuáles habrán sido las otras dos solicitudes, pero lo de poder tener algo de dinerito cuando concluye el periodo mensual es una meta casi irrealizable en tu vida diaria. Pues imagina que en Punto Propiedad somos unos genios (algo que no dista demasiado de la realidad) y que te regalamos el don del conocimiento absoluto para que tus gastos en el hogar disminuyan. ¿Verdad que eso te gustaría?
Pues aquí tienes las tácticas que provocarán un descenso económico en tus facturas. Toma nota, Aladdín.
1. Conoce tu presupuesto: No pretendas establecer determinadas medidas sin antes saber cómo y cuánto gastas cada mes. Tienes que ir paso a paso. Empezar a implementar técnicas ahorrativas sin saber cuáles son tus desembolsos mensuales sería un error, pues tal vez hay acciones diarias que ya estés haciendo bien. Para eso existen las webs que se dedican a determinar presupuestos, para que puedas conocer tus gastos, para que tengas unas cifras sobre las que poder trabajar.
2. Utiliza un termostato: Cuando las máquinas pueden programarse para que se activen automáticamente, sin necesidad de que tengas que ser tú mismo quien las pone en marcha, sales ganando en todos los sentidos. Un termostato permite que los radiadores calienten durante una franja horaria concreta, así no correrás el riesgo de que se te olvide apagarlo cuando no estás en casa, por ejemplo. ¡Ay, las máquinas! No tienen sentimientos, pero pueden hacernos llorar de alegría.
3. Las bombillas LED: No es que sean una apuesta de futuro, pues significan el presente del ahorro económico y, sobre todo, del energético. Con la implantación de bombillas LED el mundo descansa en buenas manos. Su utilización no produce ninguna emisión tóxica, y en un momento tan delicado como el que vivimos con el cambio climático, la instalación de este tipo de iluminación tan sólo puede aportar beneficios. ¿Sabías que puedes llegar a ahorrar hasta un 80% de energía respecto a las incandescentes?
4. Luces apagadas: Con este título no pretendemos que vivas a oscuras continuamente. ¡Sólo faltaría! Incluso el homo erectus era capaz de manipular el fuego para no permanecer sin luz en su cueva. Tan sólo nos gustaría que los interruptores se apretaran al salir de cualquier estancia, de forma que las luces se apaguen si nadie permanece en ellas. Es una acción básica, algo que debiste aprender de pequeño. Y tampoco es necesario que las enciendas si los rayos del sol actúan como punto lumínico durante el día.
5. Gira el grifo: Un grifo abierto que deja correr el agua de forma innecesaria es un pecado. Sí, un pecado. Y para que no tengas que purgar tus faltas acudiendo a un confesionario, lo mejor que puedes hacer es cerrarlo. Así de simple. Incluso cuando éste gotea lentamente. No dejes que se escape ni pizca de líquido, pues gota tras gota tu economía puede resentirse seriamente. Y que conste que el agua tampoco es un recurso inagotable, al contrario de lo que muchos piensan.
6. Vigila el horno: Si te consideras un buen cocinero con un olfato agudo, si eres un auténtico chef que con sólo un vistazo controla el tiempo de sus recetas, entonces no te costará aplicar esta técnica. Evita abrir y cerrar continuamente la puerta del horno para comprobar el estado de tus platos. Porque por si no lo sabías, al hacerlo pierdes el calor acumulado previamente en su interior. ¿Y qué ocurre cuando el aparato tiene que reanudar el proceso? Pues que le cuesta lo suyo volver a atrapar el ritmo, y encima gasta más energía.
7. Ojo con la nevera: Lo que hemos dicho sobre el horno también se puede aplicar a la nevera. No aparecerán nuevos alimentos que apacigüen vuestra gula por mucho que la abráis cada dos por tres. Por lo tanto, dejad de abrirla y cerrarla como si fuerais un botones en la entrada de un hotel. ¡Estáis gastando una cantidad tremenda de energía! Y evitad colocar los productos que guardéis en su interior justo a los lados de la nevera, pues estaréis bloqueando la circulación de aire frío.
8. Buen uso de la lavadora: Tener el tambor de la lavadora dando vueltas a velocidad supersónica equivale a un desembolso económico elevado. Por eso mismo, es recomendable aplicar programas largos. Porque en contra de lo que muchos dicen, los ciclos cortos suelen ser los que más agua utilizan y mayor energía concentran.
9. El standby no ahorra: Puede que la mayoría de los televisores que se fabrican a día de hoy se apaguen gracias a la función de standby. Pero por aquí creemos que la alarma de inmersión de un submarino debería sonar cuando sales de casa dejando la TV apagada de ese modo, pues sigue consumiendo energía. Enchúfalo todo a una regleta que pueda apagarse con un interruptor. Así te asegurarás de que no haya gasto posible.
10. La vitrocerámica y sus detalles: ¿Os acordáis de que cuando erais niños os hacían colocar una figura geométrica en su respectivo molde? A modo de juego, claro. Pues lo mismo debéis hacer con la vitrocerámica: tenéis que colocar ollas y sartenes en el fuego que les corresponda. Ni más grande ni más pequeño, en el que encaje. Aunque esto ya no es un juego, pues mucha energía se pierde al hacerlo incorrectamente. Y para que no se pierda, si apagas los fogones podrás sacarle partido al calor residual para rematar tus recetas.
11. Aprovecha el agua fría: El agua fría que se filtra por el desagüe de la ducha mientras la dejas correr, esperando a que se caliente la caldera, desaparece. No va a volver jamás. Se va. Adiós. O lo que es lo mismo: la desperdicias inútilmente. Está más que claro que a nadie le gusta lavarse con agua gélida de estalactita, pero siempre puedes aprovecharla para otro fin antes de que se escape por el plato de la ducha. No es tontería alguna llenar un cubo destinado a regar las plantas o a lavar el coche, por poner un par de ejemplos.
12. Estudia la competencia: Si internet + teléfono suponen una auténtica barbaridad de dinero para tu economía, investiga las distintas opciones que haya en el mercado sobre los precios de la competencia y decídete por alguna de las alternativas existentes. Porque seguro que alguna se adaptará a tu bolsillo.
13. Estómago lleno en el supermercado: Jamás de los jamases debes acudir al supermercado con un hambre voraz, pues la glotonería del momento te hará adquirir más productos de los necesarios. Haz una lista para que tu compra sea responsable.
Conocer todos esos trucos te permitirá redescubrir un concepto que ya había caído en el olvido en tu vida: darse caprichos.