Fue Princesa Bávara y Emperatriz del Imperio Austro-Húngaro en su época de mayor apogeo. Dirigió con firmeza las riendas de un estado en la convulsa etapa que precedió a la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, es más que sus dotes de liderazgo. También que una historia en la que ha dejado huella. Sissi, que es de ella de quien hoy te hablamos, marcó un punto de inflexión en cuanto a lo excéntrico de la decoración de las casas reales europeas. Hoy te queremos contar dos de las realidades más extravagantes con las que se sentía cómoda en su hogar.
Una sala solo para cuadros y retratos de los caballos de Sissi
Sissi fue una persona a la que no le gustaba demasiado el contacto humano. Siempre se sintió más cómoda al lado de los animales. Los consideraba más nobles y dignos de su confianza.
De entre todas las especies, una a la que más quería era a los caballos. De hecho, sus establos siempre suponían la zona más frecuentada por la princesa y, a la postre, emperatriz. Disfrutaba de su compañía, de montarlos y de sentirse invencible a lomos de sus crines. Cuentan sus biografías que solo sonreía de la misma manera cuando conseguía perder un poco más de su ya preocupante y exiguo peso.
Le hubiese encantado que la acompañaran a todas las horas del día. Pero en un palacio como el suyo, eso era impensable. Y sí. Sissi revolucionó el protocolo, la corte y lo que debería de hacer una mujer bien educada en incontables ocasiones. Pero hasta esto tenía un límite. Aunque estamos seguros de que maquinó formas de lograrlo mientras saboreaba una buena jarra de cerveza.
Así que para sentirse cerca de sus amigos, Sissi preparó una sala en el que la decoración se limitó a veintisiete retratos de cada uno de los caballos con los que compartía el tiempo.
Allí es donde acudía cuando no tenía la posibilidad de juntarse con sus compañeros y necesitaba encontrar la serenidad.
La sala de color de rosa
No, no te estoy hablando de la novela de Arthur Conan Doyle en la que dio vida a su insignie personaje Sherlock Holmes,. Sino de otra de las excentricidades que tanto caracterizaron a Sissi. Además, teniendo en cuenta de que en Estudio en escarlata la víctima era alemana y que en el cercano conflicto mundial estos dos fueran aliados, sería feo realizar una referencia como esa.
Su color favorito era el rosa y trataba de llevarlo allí donde pudiera. Le permitía mantener la serenidad en su incesante presente y se veía mucho más guapa cuando se vestía con galas de esta tonalidad.
De esta manera, y al igual que con los caballos, ordenó a sus sirvientes que le prepararan una habitación donde paredes y mobiliario fueran de color rosa. Sissi no se andaba con chiquitas. Cuando quería algo, lo conseguía. Su genio era tal que si Walt Disney la hubiera conocido, seguro que la hubiera hecho salir de una lámpara mágica. Ríete tú de ese de color azul.
¿Te gustaría vivir como Sissi?
Nos encantaría poder ofrecerte en nuestra plataforma el castillo de Sissi, pero la historia lo ha dejado para otras tareas y, sea como sea, nos pilla lejos de nuestras fronteras. Pero si lo que quieres es parecerte a la antigua emperatriz, lo principal es que imites su estilo excéntrico en la decoración de tu futuro hogar.
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