Todos estamos de acuerdo en que contar con un hogar es una de las grandes bendiciones a las que aspiramos. Sin embargo, no podemos negar que ello también conlleva una serie de pagos existenciales que debemos asumir. Por ello hoy te queremos hablar de cinco momentos que odias de tu casa. Porque reírse es más sano que el pan.
Los momentos que odias de tu hogar
Sí, sí, hemos recopilado cinco de esos momentos donde te gustaría seguir viviendo con tus padres y que tu única preocupación fueran los estudios. Por desgracia todos crecemos y nos convertimos en unos adultos en los que a veces la vida se nos cae encima. ¿Cómo te sientes tú en cada uno de estas cinco situaciones?
- El momento de la limpieza general.
- La crisis existencial tras un cambio.
- La penitencia de la mudanza.
- El amigo que se queda solo unos días.
- Pintar no es como las películas.
¿Quieres que hablemos un rato sobre cada uno de ellos? Te animamos, además, a que nos dejes tus momentos odiosos en los comentarios.
El momento de la limpieza general
Dinos que no te gusta ese instante en el que al llegar el fin de semana en lugar de poder tirarte en el sofá te tienes que dedicar a limpiar todo tu hogar.
Sí, sí, ese momento completamente maravilloso en el que tu tiempo libre de trabajo se convierte en el compromiso por ser adulto.
Te levantas y empiezas a barrer, a fregar o a quitar el polvo y cuando te quieres dar cuenta has invertido muchísimas horas en este proceso y las energías para salir a tomarte una cerveza con amigos son bastante escasas.
La crisis existencial tras un cambio
La crisis de los veinticinco, después la de los treinta, tras ello llega la de los cuarenta… De crisis a crisis porque tiro porque me toca.
Esos momentos en los que necesitas encontrarte a ti mismo y dinamitas todo lo que te rodea, con la clara víctima de un hogar cuya decoración cambia mil y una veces.
Anda que no es divertido echar marcha atrás tras haber cambiado todos los muebles de sitio.
La penitencia de la mudanza
Nuestros antepasados compraban un hogar y vivían allí durante toda la vida. Nosotros nos hemos transformado en nómadas en nuestro sedentarismo, que ya era complicado.
De esta manera, ahora nos mudamos con tanta habitualidad que parece mejor no sacar más de lo necesario de las cajas. ¡No vaya a ser!
No hay nada más divertido que meterlo todo en una caja y sacarlo. ¡Horas y horas de diversión!
El amigo que solo se queda unos días
Cuando eras un chaval que tus amigos vinieran a dormir era maravilloso. La oportunidad de disfrutar de una noche especial. Cuando tienes tu casa, ya no hace ninguna gracia.
Rompen tu rutina, tu forma de enfrentarte a los días, las costumbres con tu pareja e, incluso, la manera en la que disfrutas de tu tiempo libre… ¡y no se va!
Pero, claro, no le puedes echar… cosas de la amistad.
Pintar no es como en las películas
¿Recuerdas esas escenas de las películas donde no paran de reírse al pintar? Esos cuadros en los que emplear el rodillo es todo felicidad. ¡Cuánta falsedad guardan!
Pintar el hogar es una de las tareas más aburridas que te puedes encontrar. No se acaba nunca y cuando te quieres dar cuenta estás casi intoxicado por el olor.
Es cierto que los hogares lo necesitan y que pagar a un equipo es muy caro, pero terminarás tan cansado que te llegarás a plantear si ha sido una buena opción.
Recuerda estos cinco momentos en los que odias tener un hogar propio para disfrutar con muchísima más intensidad del resto. Ser feliz es una elección.