La hipoteca es un negocio que existe desde hace tanto tiempo que echar la mirada atrás parece una misión inabarcable. Sin embargo, pasan las generaciones y los errores continúan cometiéndose, como si nos encontráramos en El día de la marmota y todavía no hubiéramos encontrado el camino correcto del puzzle.
Hoy hemos recogido los tres fallos más comunes y te los queremos explicar para que no continúes con la tradición buenamente humana de seguir tropezando con la misma piedra, que aunque ya sea de la familia, mejor la dejamos descansar un rato, que se lo ha ganado.
Los errores más comunes a la hora de solicitar una hipoteca
Eso sí, digno es reconocer los aciertos también. Porque si una cosa es verdad es que a medida que hemos encontrado nuevas formas de evolucionar las hipotecas, al mismo tiempo nos las hemos arreglado para seguir tropezando de maneras vanguardistas. ¡Y eso no lo pueden decir todos!
En este sentido, estos tres errores comunes son los siguientes:
- Descartar las ofertas online.
- Invertir todos los ahorros en la entrada.
- Sobrestimar nuestra capacidad de pago.
¿Buceamos en ellos?
Descartar las ofertas online
Siempre nos pasa lo mismo. Cuando aparece una nueva tecnología la miramos con reparo. Pensamos que nos va a morder, que sacrificará nuestro ahorros o vete tú a saber qué demonios se nos cruza por la cabeza.
Sin embargo, cuando por fin nos acercamos a este ser desconocido para nosotros, en lugar de estudiarlo con cuidado y entender su funcionamiento, nos encontramos en la tesitura de arreglar la pausa que hemos tenido en un solo gesto y sin precauciones nos lanzamos a sus manos. Mira, si fuera una serpiente venenosa estaríamos muertos.
De esta manera, nos asustamos ante el error, escuchamos rumores de descalabros y preferimos seguir por la vía tradicional sin siquiera analizar lo que nos puede ofrecer.
Por ello tantas personas descartan las ofertas online desde el principio y pierden la oportunidad de firmar opciones muy interesantes.
Invertir todos los ahorros en la entrada
También es muy humano que los cálculos duren hasta la primera base del proceso y que después sean nuestras almas del futuro las que se preocupen por ello. Total, seguro que son capaces de arreglarlo.
Por ello, es demasiado habitual que invirtamos todos nuestros ahorros en la entrada, que es donde nos dan el palo, y confiemos en que a partir de ahora toda nuestra economía se desarrolle tan bien que las reservas ya no nos interesan.
Ni se te ocurra tomar este camino. Es fundamental que guardemos una cantidad por si acaso sucede algo.
Sobrestimar nuestra capacidad de pago
Si hilamos fino se parece al anterior, pero es la evolución todavía más vertiginosa que se puede tomar. Que sí, que nos gustan los riesgos pero cuando el futuro depende de ello es mejor tomar precauciones e irse a un parque de atracciones a apostar por el encuentro romántico con la adrenalina.
De esta manera, no te confíes con cuánto podrás pagar y desde luego no te mientas a ti mismo, que la cuenta bancaria no comprende eso de las mentiras piadosas.
Haz cálculos, sé consciente de cuánto puedes gastar, cuenta hasta la última moneda y después lánzate a firmar el contrato que te atará a la entidad bancaria durante las próximas décadas.
¿Las has apuntado? Ahora reflexiónalas, percátate de que tú no caerás en esos problemas y lánzate a la aventura de la hipoteca con la seguridad de contar con una red bajo los pies.